La década de los noventa fue la
que designó la vida para que mi adolescencia saliera a flote. Y por esos días, después
del auge efímero de la Lambada y del Meneíto, la Salsa llegó para quedarse
conmigo. En Armenia se respiraba buena música y buenos sitios para ir a
escucharla. Recuerdo que guardaba plata de la mesada que me daba mi viejo para
el colegio y recogía al final de la semana unos mil pesos, destinados para
comprar un casete y para ir a una miniteca salsera. El casete lo grababa los
domingos en la mañana, había un programa que se llamaba Salsa y Sabor: sonaba por la
extinta emisora Los
Robles Estéreo. El programa iniciaba a las 7 de la mañana y terminaba a
las 12 del día. Y de esas cinco horas, grababa una hora por los dos lados de
casete. En esa misma tarde dominguera me iba para Borincuba, una salsoteca que
quedaba en la carrera catorce con calle 18. Y a bailar... poco licor, mucho
baile.
Y nacieron varios sitios: Calirumba, El Jardín de la Cerveza, El Solar, Bilongo.. .Ya existían Los Compadres y Soneros... Hubo otros sitios que no tuvieron mucha fuerza como El Malecón o Punto Baré... y en 1999 nació uno de los últimos bastiones: Senegal...
Había una buena variedad de lugares para diferentes estilos: desde los movimientos suaves y sensuales de los negros del pacíficos, inmigrantes a tierras cafeteras; hasta los bailes elegantes de brazos extendidos y apretados de la gente local.
Buena época, buen baile, buenos sitios...
Y nacieron varios sitios: Calirumba, El Jardín de la Cerveza, El Solar, Bilongo.. .Ya existían Los Compadres y Soneros... Hubo otros sitios que no tuvieron mucha fuerza como El Malecón o Punto Baré... y en 1999 nació uno de los últimos bastiones: Senegal...
Había una buena variedad de lugares para diferentes estilos: desde los movimientos suaves y sensuales de los negros del pacíficos, inmigrantes a tierras cafeteras; hasta los bailes elegantes de brazos extendidos y apretados de la gente local.
Buena época, buen baile, buenos sitios...
Ahora, de toda esa dinastía
musical caribeña, solo queda un sitio: Soneros.
Es el último sobreviviente de una especie en vía de Extinción. La cuestión es
simple: muere Soneros, muere la salsa en Armenia.
Podría pensarse que puede ser un
cambio generacional, que el Reguettón y la Bachata han impuesto sus notas
musicales… Pero en los noventa también hubo otros ritmos: House, Tecno,
Merengue-House… y la Salsa, incólume. Pero no, este fenómeno sólo pasa en
Armenia. La ciudad consume otros sabores, otros olores y otros colores con
nombres como Samba Caramba o Tuturumaina o Bartolo… Eso no es malo. Lo triste, para aquellos que somos
seguidores de la música Salsa, es que se acabaron los griles y las casetas
(como dice Nelsón y Sus Estrellas), los sitios de baile puro y salsa brava.
Dónde andarán Piña (el bailarín), Héctor, El Oso, Fernando, El Negro Salsa y
todos los demás conocidos de esa época de brillo a la baldosa. Espero que no
tengan que conformarse con las pequeñas tandas de salsa nueva que dan en los
actuales bares de la ciudad.
Última hora, me acabo de enterar que re abren Senegal... Tómate un aire profundo, Salsa.
Última hora, me acabo de enterar que re abren Senegal... Tómate un aire profundo, Salsa.
3 comentarios:
Muy lindo, brindo por la salsa y todos sus destellos, desde los legendarios hasta esos que con sones algo comerciales tienen vigente a este ritmo sabroso
Saludos amigo
Oh melancolía...! Cuanto te graduaste del Colegio, la orquesta que tocaba la Temperatura de los Lebron, se transformó en banda de rock y la clave tristemente se diluyó entre los "yea" de Metallica... "Todo tiempo pasado fue mejor".
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